miércoles, 12 de junio de 2013

Llamada de atención para los call centers


SOCIEDAD › AVANZA UN PROYECTO QUE INTENTA PONER FRENO A LOS ABUSOS LABORALES EN EL SECTOR

Llamada de atención para los call centers

Trabajan en la actividad unos 60 mil jóvenes. En su gran mayoría, son tercerizados que prestan servicio para grandes compañías. Diputados trata un proyecto, con media sanción, que pone límites a los excesos y establece algunas garantías.






Alrededor de 60 mil jóvenes en Argentina están empleados en call centers, centros de venta telefónica o de atención al cliente, según fuentes del sector. Es el primer trabajo para muchos y el que se consigue más rápido. En su mayoría son estudiantes universitarios atraídos por la oferta de horarios flexibles que les permiten compatibilizar el empleo con otras actividades. No necesitan gran experiencia y, aunque muchos resisten, un alto porcentaje renuncia al poco tiempo. La repetición y el sometimiento a los tiempos laborales suelen derivar en estrés o colapsos nerviosos de distinta gravedad. “Un call center tiene los ritmos de una fábrica y un desgaste psíquico enorme, que se percibe en primer lugar en la enajenación con la que el teleoperador termina hablando, como si fuera una máquina”, cuenta Gustavo Cutiller, de la agrupación Telemarketers en Lucha, que nuclea a empleados de distintas empresas y nació en 2009 con el fin de poner un freno a los abusos y pelear por un marco legal que los proteja. En ese sentido, el Congreso debate un proyecto de ley, que ya posee media sanción en el Senado, para crear un estatuto que ponga freno a los excesos que se cometen en la actividad. Mientras tanto, en Buenos Aires los trabajadores se manifiestan de forma creciente contra los despidos, la “persecución (a los delegados sindicales)” y la “precarización laboral”.
La gran mayoría de los trabajadores son tercerizados: son contratados por empresas que trabajan para otras en venta telefónica o atención de reclamos. De esa manera, quedan excluidos de convenios colectivos más ventajosos, como los bancarios, los telefónicos o los de seguros. A eso se agregan condiciones de trabajo de alta exigencia.
“La tarea en un call center es muy intensa. Es una actividad completamente repetitiva en la que hay que actuar cordialmente, aunque te estén insultando. Uno termina hablando como una máquina, mientras piensa en otra cosa”, explica a Página/12 Cutiller, que renunció a su empleo en una aseguradora de riesgo por las altas exigencias para superar las marcas mínimas de ventas. “Hay un despotismo enorme en el control impuesto al operador. El supervisor te escucha todo el tiempo y, después, te califica, te reprende, y nunca tenés certeza de cuánto vas a cobrar. Buscan que compitas con tus compañeros, y de eso depende que conserves el empleo”, asegura. Esos aspectos caracterizan “la alta rotación” en el sector, ya que la mayoría “no lo aguanta y se va”, lo que “claramente es conveniente para la empresa”, asegura.

Límites

El proyecto de ley impulsado por los senadores María de los Angeles Higonet (PJ-La Pampa) y Ramón Mestre (UCR-Córdoba) –que aguarda ser tratado en Diputados– establece, entre los principales puntos, que el sueldo básico sea equiparado con el salario mínimo, vital y móvil, o al salario básico del convenio colectivo de la actividad (sea comercio, bancarios o telefónicos) si éste fuere superior, sin perjuicio de los beneficios que puedan recibir por ventas. Esto porque, por lo general, las empresas pagan un básico inferior al mínimo y comisiones por ventas.
El proyecto señala, además, que “el control del trabajo mediante escuchas deberá ser comunicado previamente al trabajador y tendrá únicamente fines correctivos” y no de reducciones salariales. Define que la jornada máxima no podrá exceder las seis horas, con dos descansos de al menos 15 minutos, en un máximo de cinco días semanales. En cuanto al ritmo entre llamadas, se estipula que deberán tener al menos 15 segundos entre una y otra.
“El proyecto de ley es muy completo en lo que se refiere a las condiciones de trabajo”, asegura Cutiller y apunta que “en muchos calls no se cumplen ni el mínimo de las 30 horas semanales”. Según argumenta el proyecto de la senadora Higonet, “en la mayoría de los casos, (el trabajo) presenta características insalubres con exigencias psíquicas y mentales que requieren uso de memoria y concentración constantes en una situación completamente sedentaria y repetitiva, que genera en la continuidad un importante desgaste físico y mental”. También es posible que se produzcan daños “irreversibles” sobre la voz y el aparato auditivo, debido al ruido constante de los auriculares.
En esa línea, la iniciativa establece la obligatoriedad de exámenes médicos periódicos, tanto para uso de la empresa como del teleoperador. Entre los estudios se incluirá el preocupacional y estudios médicos anuales, los que consistirán en un examen clínico completo, audiometría, examen de la vista, examen neuropsiquiátrico y psicológico, entre otros. Y dice que será obligatorio “entregar al trabajador copia de los exámenes citados sin requerimiento previo”. Sin embargo, desde Telemarketers en Lucha piden que la tarea del teleoperador se declare “trabajo insalubre”, con el pago de jornada completa.

Cabezas quemadas

La psicóloga Lorena Aguilar, que trabaja como consultora en call centers, explicó a Página/12 que el burn out o síndrome de cabezas quemadas –descripto por muchos operadores– “está relacionado exclusivamente al medio laboral”, en relación con “la exigencia, descansos insuficientes, roles que no están del todo definidos o tareas que resultan muy monótonas”. Las tres características que presenta el síndrome son “agotamiento emocional, despersonalización (evidenciable en el cinismo, por ejemplo, en el caso de los vendedores) y disminución de la realización personal” y puede terminar, si no se detiene, en un cuadro de “depresión”. Para el teleoperador “son muy frecuentes las pastillas, la ansiedad, la imposibilidad de dormir, los ataques de pánico y en algunos casos la necesidad de internación. Es muy común ver que una ambulancia llegue a un call center”, explica a Página/12 Verónica Gago, integrante del colectivo Situaciones que produjo en 2006, junto con un grupo de trabajadores de centros de llamados, el libro ¿Quién habla? Lucha contra la esclavitud del alma en los call centers.
El trabajo analiza el tipo de sometimiento subjetivo que implica el call center. Es decir, “la regulación de los estados de ánimo y el control sobre la conducta” para aguantar el ritmo. Como teleoperador, “sos el soporte subjetivo de la empresa, un colchón de queja que nunca llega a la marca. Tenés que aguantar que te griten, escuchar gente desesperada. Estás obligado a resolver cosas que incluso podían ser fallas del sistema. Ni siquiera podés regular el tiempo entre llamadas. Tenés que estar al palo todo el tiempo y eso te quema la cabeza”.

Tercerizados

Argentina se convirtió en un imán para la relocalización de call centers de empresas extranjeras por la ventaja comparativa de contar con “trabajadores calificados a bajos costos salariales”. Según el texto presentado por la senadora Higonet, “la inexistencia de un marco legal específico que proteja a los trabajadores” derivó en que la actividad quedara enmarcada “dentro de regulaciones no adaptadas, situación que generó la desprotección de sus trabajadores”. En la mayoría de casos, el encuadramiento sindical es en el Sindicato de Empleados de Comercio.
En las últimas semanas se produjeron despidos “quirúrgicos” a delegados gremiales, entre los que se destaca el caso de Amancay Olivera, una integrante de la comisión de reclamos de los teleoperadores de Actionline, que tras lograr su reincorporación a la compañía fue vuelta a despedir. Y también en el Centro Nacional de Activaciones de Claro. Pero también hubo despidos masivos del cuerpo completo de delegados de Teleperformance Yrigoyen, junto a sus 170 trabajadores. “Hubo 10 mil despidos sólo en 2010”, señaló Cutiller.
Los trabajadores de Telemarketers en Lucha sostienen que el proyecto de ley Mestre-Higonet podría corregir los “excesos de la actividad”, pero “deja intacta la esencia del régimen: la tercerización, los bajos salarios, la polifuncionalidad y una brutal rotación del personal”. Luciano Schein, delegado y referente de la agrupación, explicó a Página/12 que “hay dos puntos fundamentales que falta abordar”. El primero es que “si la norma considera como trabajo insalubre la actividad, por lo que estipula que la jornada no supere las seis horas, también debería ajustar eso al salario de convenio. Es decir, que trabaja seis horas, pero cobra por ocho”. Y, por otro lado, “no aborda el problema de la tercerización, que nos deja sin posibilidad de reclamarle a la empresa principal por los despidos”. Por ejemplo, “yo trabajo para Claro contratado por la consultora Marketline que está localizada en Córdoba, con la que no tengo ningún tipo de contacto, salvo cuando me llega el recibo de sueldo”.
“El sindicato no nos apoya”, agregó Schein y explicó que, a pesar de que la afiliación “es relativamente baja, el convenio de comercio establece un descuento compulsivo –esté o no afiliado el trabajador– por lo que ya no tienen que preocuparse por nuestra representación.” Sin embargo, explicó que “la formación de un estatuto es un paso hacia adelante en nuestra diferenciación del resto de trabajadores del gremio del comercio”. El estatuto complementaría el convenio colectivo de trabajo.
Informe: Rocío Magnani

Artículo 14 bis de la Constitución Nacional



Art. 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.
Art. 14 bis.- El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial.
Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo.
El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.

Shadow Muppes (Títeres de sombras)


Fotografías del trabajo Fabril

El Almuerzo

Trabajo con carbón

Fábrica de vidrio

Fábrica de vidrio

martes, 11 de junio de 2013

La vida del trabajador

El trabajador pobre, cuyo mundo y forma de vida tradicionales destruyó la Revolución Industrial, no estaba conforme con la situación.
El trabajo en una sociedad industrial es, en muchos aspectos, completamente distinto del de una sociedad preindustrial. En primer lugar está desempeñado, sobre todo, por el trabajo de los obreros, cuyo principal ingreso es su salario. Por otra parte, al trabajo preindustrial lo hacen, fundamentalmente, familias con sus propias tierras de trabajo. [...] En segundo lugar, el trabajo industrial –mecanizado, de las fábricas– impone una rutina y monotonía completamente diferentes de los ritmos del trabajo preindustrial que dependen de las estaciones o del tiempo. Estas dos formas de trabajo coexistieron durante mucho tiempo e, incluso, en la actualidad hay lugares en donde persiste el trabajo preindustrial.
En tercer lugar, el trabajo en la era industrial se realizaba cada vez más en los alrededores de las grandes ciudades. ¡Qué ciudades! El humo flotaba continuamente, la mugre se impregnaba, y los servicios de agua, los servicios sanitarios y los de limpieza de las calles no eran suficientes. Así, se produjeron, sobre todo después de 1830, epidemias de cólera, fiebres tifoideas y enfermedades respiratorias e intestinales. 


Texto adaptado de Eric Hobsbawm, Industria e Imperio, Barcelona, Ariel, 1977.

domingo, 9 de junio de 2013

El Taylorismo: Qué pensaba Frederick Taylor

El norteamericano Frederick W. Taylor (1856-1915) propuso un conjunto de criterios organizativos para aumentar la productividad, es decir, disminuir el desperdicio de tiempo y esfuerzo en el trabajo fabril y obtener la mayor producción posible durante la jornada de trabajo.
Taylor explica su sistema a través de una experiencia.
“Se adoptó un sistema más perfeccionado de remuneración diaria [...] que consistía en pagar en función de la cantidad y la calidad de lo que se producía. Al cabo de un tiempo relativamente corto el supervisor estimuló la producción de todas las trabajadoras aumentando el sueldo de las que producían más y mejor y reduciéndolo a las que se mostraban inferiores a las otras. Finalmente, despidieron a las obreras cuya lentitud y falta de atención era incorregibles.
También se hizo un estudio detallado con un cronómetro del tiempo necesario para hacer cada operación. Se escogió la forma más sencilla de ejecutarlas para eliminar todos los movimientos lentos o inútiles y reunir en una secuencia los más rápidos y los que permitían una mejor utilización de los instrumentos y de los materiales. Este estudio demostró que las trabajadoras perdían charlando una parte considerable del tiempo.
Se les impidió hablar durante las horas de trabajo colocándolas a una distancia considerable. Las horas de trabajo fueron reducidas de diez y media a nueve y media y luego a ocho y media [...].
Se introdujo también el trabajo a destajo y cada hora se informaba a las trabajadoras si su ritmo era normal o si iban atrasadas. Los resultados finales de este sistema fueron los siguientes:
a. 35 obreras hacían el trabajo que antes realizaban 120.
b. Las obreras ganaban 35,5 francos por semana en lugar de los 17,5 anteriores.
c. Se trabajaban ocho horas y media en lugar de diez y media.

d. La precisión en el trabajo había aumentado un tercio.”

Fragmento de "Tiempos Modernos"


martes, 4 de junio de 2013

La sueñera

Para poder dormirme, cuento ovejitas. Las ocho primeras saltan ordenadamente por encima del cerco. Las dos siguientes se atropellan, dándose topetazos. La número once salta más alto de lo debido y baja planeando. A continuación saltan cinco vacas, dos de ellas voladoras. Las sigue un ciervo y después otro. Detrás de los ciervos viene corriendo un lobo. Por un momento la cuenta vuelve a regularizarse: un ciervo, un lobo, un ciervo, un lobo. Una desgracia: el lobo número treinta y dos me descubre por el olfato. Inicio rápidamente la cuenta regresiva. Cuando llegue a uno, ¿logrará despertarme la última oveja?


Ana María Shua 

Las enemigas naturales de la luna

- Perdón, Poc. ¿Le puedo hacer una pregunta?
- Sí­.
- ¿A cuánto queda la Luna?
- ¿De ahí­ donde usted está parado o de dónde estoy yo?
- A ver, déjeme pensar…
- …
- …de donde estoy yo.
- ¿Usted quiere saber en horas o en libras esterlinas?
- Bueno, yo habí­a pensado en kilos, pero me da lo mismo.
- Yo calculo que a unos quince litros.
- ¿Litros por segundo o por minuto?
- Por kilo, ¿por qué?
- Estaba tratando de calcular el tamaño en relación con el Sol.
- ¿Por qué le preocupa eso?
- Es que, en caso de que la Luna se caiga, quisiera estar seguro de que lo harí­a en dirección al Sol y no en dirección a mi casa.
- Podrí­amos pensar que es la Tierra la que se va a caer encima de la Luna.
- Perdón, no entiendo el vuelco de su razonamiento.
- Es que, siendo la Tierra más grande que la Luna, la que saldrá lastimada será ella y no la Tierra.
- Sí­, pero… ¿qué pasa si soy yo el que se cae encima de la Luna? Siendo tanto más pequeño ¿no seré yo el más lastimado?
- En ese caso sí­ ¿ha notado alguna tendencia a caerse hacia arriba?
- Bueno, no es exactamente eso, pero la semana pasada me cansaba al subir tres pisos por escalera… y, ayer, subí­ seis pisos como si nada.
- Caramba…
- E iba con una bolsa cargada de naranjas, quizás unos 3 kilos.
- ¿No serán las naranjas las causantes de su ingravidez o, mejor dicho, las que lo vuelven más atractivo para la Luna?
- No lo habí­a pensado… déjeme ir por un par y hacemos un experimento (entra a su casa).
- …
- (Regresa con dos naranjas) …veamos, Usted debe controlar, primero saltaré sin ninguna naranja ¿quiere tenerlas, por favor?
- Prefiero no hacerlo hasta no estar seguro de que ellas no son las causantes.
- Lo comprendo. Las dejaré en el suelo… (deja las naranjas).
- …
- (da un salto) ¿Cómo estuvo?
- Normal, yo dirí­a que un salto común y corriente.
- De acuerdo, ahora veamos con una naranja (la toma)
- …
- (da otro salto) ¿Y ahora?
- Bueno, no quiero asustarlo, pero casi le podrí­a asegurar que fue un poco más alto.
- Qué terrible. Y yo, cargando naranjas como nada. Sigamos con la que falta (la toma).
- …
- (da otro salto).
- ¡No puedo creerlo! Fue evidentemente más alto. Se confirma mi hipótesis.
- (apoya una mano en el hombro del señor Poc) Estimado amigo… le debo la vida, jamás hubiera sospechado que por las naranjas estaba siendo atraí­do por la Luna.
- ¿Usted cree que a la Luna le gusten las naranjas?
- Quizás no sea que le gusten, pero tenga poder sobre ellas.
- Tal vez las naranjas son a nosotros, lo que los anzuelos a los peces.
- ¡Qué horror! Si no hubiera sido por su oportuna intervención quién sabe, quizás en un par de meses, o dí­as, ya estarí­a yo flotando, elevándome irremediablemente.
- No quiero alarmarlo pero… ¿ha comido mucha naranja últimamente?
- Tiene razón, sí­: como postre, en jugo, en ensaladas de frutas, en mermelada, pato a la naranja, lomo de cerdo a la naranja… creo que estoy en peligro. Ya no queda nada por hacer…
- No desespere, debemos pensar algo. Tiene que haber alguna solución…
- ¿Ponerme pesas en los pies? No, serí­a peor, por un lado me atraerí­a la Luna y por otro me sostendrí­an las pesas. Morirí­a descuartizado.
- No, estaba pensando en otra cosa… Debemos contrarrestar el efecto de las naranjas. Las naranjas, el color naranja en sí­, Usted sabe, está formado por…?
- La combinación de rojo y amarillo.
- Que son colores cálidos ¿cual es el color frí­o opuesto a esos?
- El azul.
- ¡Perfecto! ¡debe comer cosas azules!
- Nuevamente me sorprende, es brillante. Veamos, debo comer cosas azules, pero no cualquier cosa, sino frutas azules. Eso es, frutas azules… ¡Las uvas!
- Exacto. Las uvas son las enemigas naturales de la Luna.
- Por favor, acompáñeme al mercado a comprar naranj… perdón, quise decir uvas, fue un lapsus.
- No. Aún está en su poder y lo estará por un tiempo. Las naranjas lo tentarán de manera irresistible y sentirá que las uvas son feas o malintencionadas, sucias. Debe cuidarse.
- Tiene razón, le juro que comeré uvas aunque muera aplastado contra la Tierra por su peso.
- No, las uvas son buenas. Ellas nunca le harí­an eso. No permita que se filtren pensamientos negativos ¿Quiere flotar disparado hacia la Luna?
- Por supuesto que no.
- Entonces recuerde que, las uvas, son las enemigas naturales de la Luna. Dí­galo.
- Las naranj… ¡oh, Dios! ¡de nuevo!
- ¡Inténtelo! ¡Usted es más fuerte que las naranjas!
- (con mucha dificultad) Laa…as uuvvvass… ¡oh, siento que me hierve la sangre!
- ¡Siga, siga! ¡no se rinda!
- … sssoonnnn lass ennemmmigggass… natturales… dddee la Luuunnaa.
- ¡Bravo! Ahora vayamos al mercado.
- ¡Quiero una naranja! ¡por favor! ¡quiero ir a la Luna!
- No se rinda amigo, vamos al mercado por uvas.
- ¡Agh! ¡qué asco! Pero tiene razón, vamos por uvas antes de que sea demasiado tarde.

Luis María Pescetti